Paseos por Huesa del Común

El Castillo de Peñaflor


Vista frontal de los torreones.


El conjunto desde el río


Desde el sur.


Detalle de un ventanal.


Bóveda de un algibe o cámara.

Restos de una defensa a mitad de ascensión,
una torre albarrana que daba entrada
al segundo recinto amurallado.

 

El castillo de Peñaflor se encarama a poderosos riscos verticales sobre la población y el río Aguasvivas. Parece ser de los más antiguos de las sierras turolenses (siglos XII y XIII).

En la actualidad los restos más espectaculares son los de los torreones del lado este, por su caída a plomo sobre el abismo. En el otro extremo se levanta un pequeño lienzo de muralla donde se conserva un depósito con bóveda.

Los accesos al mismo castillo debieron estar muy localizados, al final de zigzagueantes senderos, donde la propia colina era parte de las defensas exteriores.

La propia Huesa del Común debió estar bien defendida tras sus numerosos portales, bajo arcos de medio punto. Félix Benito dice que por la colina descendían dos murallas laterales hasta la parte baja de la población que coincidiría con los mismos.

El poderío de esta posición inexpugnable la convirtió en la capital de un feudo que englobaba a varios pueblos vecinos. Aparece como tenencia cristiana en 1154. Antes de esta fecha ya aparece alguna mención a Huesa en el propio Cantar del Mío Cid, como Ossa. Es más que probable que el Cid Campeador buscase por estas tierras su botín, sino algún punto débil en la propia fortaleza.

La luminosidad y dominio del paisaje hacen del castillo un magnífico mirador, dueño de un espacio áspero y anatómico, labrado por los caprichos de la geología y la obstinación del río.

Enorme ventana en el torreón

Todo el juego para el fotógrafo.


Imponente aspecto sobre las moles macizas.

Fotografías de F.J.L.A. (2003).
Fuente de los textos: Félix Benito Martín Patrimonio histórico de Aragón. Inventario arquitectónico de Teruel